Historia

            Esta mujer es Carmen Moreno, es mi abuela. Nació en Loja (Granada - España) el 5.marzo.1933 .

            Es una persona con tan cantidad de historias que no acaban nunca. Y lo mejor es que uno no se aburre nunca de escucharlas y reír. Casada con un hombre maravilloso desde toda su vida, Isidro Pelayo, nacido en Loja el 9.marzo.1932 , forman una pareja digna del verdadero amor. Tuvieron 5 hijas y 1 hijo. Y exceptuando dos de mis tías, el resto nacieron en Cataluña porqué emigraron por el trabajo.

            Mi abuela ha vivido muchas penurias en su vida. No fue la única persona de su época que las vivía. Su sentido del humor es quizá una de las grandes virtudes, y quizá uno de los pilares de la vida para sobrevivir. Carmen. como mucha gente de su época y generación, jugaban a juegos que hoy (2020) se considerarían peligrosos y prohibidos para niños (y adultos); de hecho fue así cómo perdió el dedo: cuando era pequeña estaba jugando con unos amigos suyos a meter cosas en unas latas y en un momento dado se hizo un corte con una lata. Se le hizo gangrena y por eso tuvieron que amputarle el dedo. De no haber sido así, hubiera perdido la mano o el brazo. Ya mamá, trabajaba limpiando en un colegio, donde sus hijas estudiaban y también la ayudaban en ocasiones porqué si no, no tenía tiempo de acabar su faena. Cobraba poco pero al menos sus hijas podían estudiar allí. A causa de este trabajo, hoy tiene dolores de espalda y rodillas. De hecho le han operado varias veces de varias cosas.

            Carmen no tuvo la oportunidad de estudiar en el colegio. Tuvo que aprender casi por su cuenta.  Me cuenta que en su trabajo, en la escuela de monjas, la trataban mal. Le gritaban. Le reñían. Vio corrupción e injusticias con las alumnas. Pasó mala época en ese colegio. De hecho ella es zurda, pero en ésa época no se admitía escribir con la izquierda, así que hoy sabe usar las dos manos. A pesar de su mala experiencia, me ha contado en abundantes ocasiones que ella cree en Dios pero no en la religión.           
            De hecho, yo puedo confirmar que mi abuela siente, nota o conoce cosas de las que nadie más lo ha percatado y al final tenía razón. Hay una harmonía de energía en ella y el universo que no se puede explicar con palabras. Es como una especie de vidente, curandera y ángel, o como la llamo yo: bruja. Estoy convencido que es una bruja.

            El porqué de esta pintura como si fuera una monja es, en realidad, un sarcasmo. La imagen está inspirada de una foto en la que estábamos una parte de la familia reunida y al marcharnos, dado que hacía frío en el exterior, nos poníamos las chaquetas: ella perezosa, le pusimos su chaqueta por encima, quedando por accidente como si fuera un velo de monja. Ella se partía de risa y juntó las manos simulando, así, alguien que reza, riéndose de las personas que dedican su vida a la religión acordándose de lo malditas que fueron con ella en el pasado.